El Gobierno dominicano viene cargando en su espalda el fardo pesado de la situación de crisis que se vive en el fallido Estado de Haití desde hace años, ya que centenares de miles de haitianos han decidido cruzar la frontera y establecerse en la República Dominicana, una gran mayoría de manera irregular.
Regularmente los países que tienen fronteras terrestres tienen que hacer frente al problema migratorio, pero algunos países como el caso del nuestro, la migración haitiana ha desbordado el límite debido al gran flujo de haitianos ilegales que entran al país, muchas veces con la complicidad de las autoridades.
La República Dominicana y Haití son alas de un mismo pájaro, pero cada nación debe velar por el bienestar, salud, alimentación y seguridad de sus ciudadanos, cosa que estas que no suceden en la vecina nación debido al caos, desorden y la inestabilidad política que se vive allí.
Es muy lamentable y preocupante escuchar de los labios del ministro de Salud Pública, doctor Daniel Rivera, que el 14 % del presupuesto del Ministerio de Salud Pública se está gastando en brindar atención a la población haitiana que reside en el país y los que cruzan la frontera de manera irregular en busca de servicios médicos.
Rivera dice que el sistema sanitario está presionado por la gran demanda de pacientes haitianos, y que llama a preocupación la importación de múltiples enfermedades que habían desaparecido en el país, tales como la malaria, el cólera y la difteria.
Puso como que el año pasado el 34.83 % de las parturientas atendidas en los hospitales procedía de Haití, aparte de otros pacientes con problemas cardíacos y por accidentes de tránsito. Las maternidades de Mao, en Valverde; Santiago de los Caballeros y Pedernales, el 75 % de las parturientas es de Haití. Pero este caso también se da en los centros hospitalarios del Gran Santo Domingo y otras provincias del país.
Este problema debe llamar a la reflexión de las autoridades dominicanas, porque el Estado dominicano no puede seguir cargando con el problema haitiano. Hay que presionar a la comunidad internacional para que intervenga en el caso de Haití.
El presidente Luis Abinader ha sido reiterativo en llamar a los organismos internacionales como la OEA y la ONU, así como a Estados Unidos, Francia y Canadá, para que intervengan a Haití y enfrentar el caos, la inseguridad y el desorden que se vive en esa nación.
Desde hace varios años, por no decir décadas, en Haití no hay autoridad y lo que se impone es el terror y la inseguridad protagonizada por el dominio de bandas de delincuentes fuertemente armados que ejercen su poder y desafían a las autoridades haitianas, quienes no tienen el control de nada.
Los dominicanos hemos sido y somos receptivos con el pueblo haitianos, le hemos dado apoyo y ofrecido la colaboración, pero los problemas de Haití no pueden ser cargado por la República Dominicana y menos en los actuales momentos cuando el mundo es sacudido por una crisis económica como secuela de la pandemia del covid-19 y el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania, la cual lleva más de un año.
El pueblo haitiano, históricamente desde su independencia en el 1801 hasta la fecha ha vivido en medio de procesos accidentados, como es el caso de dictaduras, golpes de Estado, magnicidios, inseguridad y otras crisis, y siempre ha recibido la mano amiga de los dominicanos.
Ya es tiempo que se le ponga un “stop” a la migración irregular haitiana porque la República Dominicana no tiene la culpa de los problemas haitianos, sino que siempre hemos actuado con solidaridad con ellos.
Haití es para los haitianos y República Dominicana para los dominicanos. La comunidad internacional que intervenga en ese Estado fallido antes de que sea tarde y la crisis llegue a descontrol total.