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Manuel Salazar

Manuel Salazar

Entro de inmediato en el asunto, planteando la cuestión de si partido de masas o partido masificado.

Son dos conceptos diferentes. Un partido puede ser de masas y no ser masificado.
Por lo primero, entiendo un partido de militancia selectiva, pero con capacidad de concitar el apoyo de las masas a sus orientaciones y políticas, como en alguna medida lo fue el Partido de la Liberación Dominicana –PLD–, durante un largo tiempo; o como lo fue el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, el Partido bolchevique, encabezado por Lenin, antes de la Revolución de Octubre de 1917, en Rusia.

Por lo segundo, entiendo un partido que abre de par en par las compuertas a la inscripción del pueblo, como lo han sido el PRM, el PLD actual, la Fuerza del Pueblo y lo han sido el Partido Revolucionario Dominicano –PRD– y el Partido Reformista Social Cristiano –PRSC–.

El primero nos remite a una cuestión teórica, cuál es, uno de los postulados ley de la dialéctica, según el cual, la calidad en un momento del desarrollo da un salto a la cantidad, en unas circunstancias determinadas. Es decir, dadas unas condiciones, la calidad debe expresarse en cantidad. En este entendido es válido el corolario que establece: “no importa cuántos somos en el partido, sino por cuánto se multiplica el trabajo de cada uno de sus miembros, dadas una política, una destreza, unos vínculos con el pueblo y medios de propaganda y comunicación a manos.

Así las cosas, es cuestión de construir una situación-posicionamiento, y trabajar hacia unas condiciones históricas adecuadas, para que ese partido gane porciones de poder, o el poder en su conjunto, y el crecimiento se produzca de manera exponencial.

Para esto es imprescindible contar con una dirección política audaz, flexible; en fin, que tenga juicio y una amplia cultura política y no solo informaciones generales y voluntad de hacer cosas.

He citado los ejemplos del PLD y del Partido Bolchevique, como modelos de partidos que en una fase de su desarrollo no fueron masificados, sino de militancia selectiva. El Partido Bolchevique era de minoría, cuando ganó el poder. La inteligencia y la audacia políticas de su dirección le permitieron aprovechar una coyuntura histórica y se hicieron con el poder.

En 10 días, ese partido creció lo que no había podido en más de 10 años. “Por el pan y la paz”, fue la consigna que resumió su política en un momento en el que, el pueblo ruso se moría de hambre, a causa de una guerra de Rusia contra Alemania. El pueblo quería comida y que terminara la guerra. Esa circunstancia fue aprovechada.

El PLD fue durante años un partido no masificado. Ganó sucesivamente porciones del poder y cuando llegó la circunstancia en 1996 de que Balaguer no podía ser candidato y no quería que Peynado lo desplazara del liderazgo del Partido Reformista, ni que el PRD y el Dr. Peña Gómez ganaran las elecciones, el partido morado tuvo la inteligencia de observar esa circunstancia y la audacia de pactar el Frente Patriótico para ganar el gobierno en ese año con un semidesconocido hasta entonces, como el Dr. Leonel Fernández como candidato a la presidencia de la República y una nómina de unos 14 mil miembros.

A partir de ahí, el crecimiento del PLD fue en masa.

De más está decir, que con esto no quiero decir que apruebo esa maniobra del Frente Patriótico. Lo que destaco, es la maniobra posible en la política, en la búsqueda del poder.

II.-

No creo que hoy día sea posible ni necesario, masificar un partido a la manera en que lo hicieron el PRSC y el PRD- PRM, y como lo ha logrado el PLD y en días más recientes la Fuerza del Pueblo.

Descarto incluso que para partidos de pequeño o mediano desarrollo orgánico, sea conveniente embarcarse en una tarea como esa. Les podría distraer tiempo y recursos que deberían ser mejor empleados.

Desde fuera del poder es imposible satisfacer la demanda de empleos, recetas, planchas de zinc, fundas de cemento, regalos de navidad, etc., que suele plantear la masa de ciudadanos y ciudadanas que se afilia a los partidos del sistema, que más que afiliados a una política, constituyen una clientela que se mueve principalmente en la búsqueda de solución lógica, natural, a los problemas de vivienda, alimento y vestido.

En la sociedad dominicana, especialmente en la masa de personas marginadas, se impuso ese modelo de afiliación militancia, porque la pobreza echó raíces y crece de manera permanente.

Esta es una cuestión principal que atenta contra la existencia y desarrollo de partidos y movimientos electorales alternativos.

III.-

Es innecesaria aquel tipo de masificación, además, dados el papel cada vez más dominante de los medios de comunicación, lo volátil que es una amplia masa de votantes, así como el crecimiento masivo de los que entran como nuevos al padrón electoral.

Los medios de comunicación son de más en más forjadores de opinión en nuestro país; además de que en promedio existen más canales de televisión y estaciones de radio que en cualquier país desarrollado y hay un canal local en cada municipio y varios periódicos de circulación nacional, todos los cuales mantienen cierta apertura a la difusión de las ideas, hay programas de cobertura nacional, regional y local que determinan la agenda del debate en cada uno de esos ámbitos.

En adición a esto, hay que destacar el papel cada vez más importante de los medios digitales para comunicar ideas e informaciones, y generar actividades, especialmente en los jóvenes que, igual, están mostrando una propensión a más para participar en el debate y las acciones apoyados en estas plataformas comunicativas.

Así existan, como es lógico, pronunciadas diferencias en las posibilidades de acceder a los medios de comunicación en relación a las que tiene la derecha, en la República Dominicana quizás como en ningún otro país, hay una amplia cobertura para las posiciones populares y de izquierda y, como se ha dicho, hay un canal local con amplia incidencia en casi todos los municipios.

De tal manera, una política coherente y sistemática de comunicación, ayudaría a cualquier partido o movimiento de desarrollo medio a convertirse en una fuerza determinante en los asuntos del país.

En otra vertiente, varios cientos de miles de votantes se mueven de un partido a otro, u otros, entre unas elecciones y otras. En 1990, por caso, el PLD atrajo más de 200 mil votantes del PRD, además de un porcentaje importante de la abstención y de los que se inscribieron como nuevos entre 1986 y ese año. Porque, en estas elecciones, aunque este partido llevó como candidato presidencial a su principal líder, el Dr. José Francisco Peña Gómez que obtuvo una votación de 444 mil 86 votos, poco antes había sido sacudido con una división interna de la que surgió el Partido Revolucionario Institucional –PRI–, con el Lic. Jacobo Majluta a la cabeza, que alcanzaría 135 mil 649 votos, de los cuales la mayor cantidad pertenecía a su liderazgo personal y no al PRD.

Él había sido el candidato de este partido en las elecciones anteriores, en 1986, y, descontada la trastada mediante la cual no se le contaron más de 50 mil votos observados, logró 706 mil 588 votos. A estos habría que sumar especialmente los votos aliados del Partido Liberal la Estructura –PLE–, que alcanzó 112 mil 617, provenientes de personas que simpatizaban con el Lic. Majluta, pero no con el PRD ni con el mismo PLE, aunque canalizaron su voto en la bolete de este; lo que queda claro en el hecho de que en 1990 fue aliado a Balaguer y obtuvo poco más de 3 mil sufragios.

Es decir que de 1986 a 1990, el PRD perdió en términos absolutos 262 mil 502 votos, de los cuales una parte pequeña se fue a la candidatura de Jacobo Majluta y el grueso fue captado por el profesor Bosch que, ante la caída de aquel partido, expresó el antibalaguerismo, que siempre fue muy fuerte.

El profesor Bosch y el PLD pasarían de una votación de 387 mil 881 votos en 1986, a 653 mil 278 en 1990.

En las elecciones siguientes, las de 1994, recuperado el PRD bajo el liderazgo del Dr. Peña Gómez, en la dirección de una línea de masas en oposición a Balaguer, recuperó su votación cautiva desde 1978 y más aún, aumentó su votación a 1 millón 188 mil 394 votos.

Captó parte de la abstención y el grueso de los nuevos votantes, en un contexto en que el sistema electoral había sido mejorado de manera sustancial con relación a períodos anteriores, además de las movilizaciones de masas y la polarización histórica entre el PRD y el balaguerismo.

El PLD por su parte, perdería en estas elecciones 257 mil 942 votos con relación a las de 1990, y quedaría apenas unos 8 mil votos por encima de su votación de 1986.

Ahora bien, el PLD lograría proezas electorales desde su primera participación en unas elecciones, las de 1978, cuando solo obtuvo 18 mil, 375 votos que no le alcanzaron para mantener su registro electoral. En su primera vez, perdió el reconocimiento ante la Junta Central Electoral.

A partir de ahí, se mantuvo en un discurso constante de captar el voto liberal-progresista, especialmente en las áreas urbanas, en los jóvenes y técnico-profesionales, y en los próximos cuatro años multiplicó por 10 su votación anterior, alcanzando el apoyo de 179 mil 849 votantes.

En 1986 multiplicaría esta por más de dos, logrando 387 mil 881 votos; y en 1990 volvería a multiplicar su votación anterior por más de dos, cuando remontó poco más de 650 mil.

Las elecciones de 1996, a dos años de las de 1994, debido al pacto que puso fin a la crisis postelectoral de estas últimas, marcan un momento de cambio en las preferencias electorales desde 1966, porque comienza a producirse el trasvase de los votantes balagueristas hacia el PLD y a la figura del Dr. Leonel Fernández. Debido a que Balaguer no podía ser candidato en virtud de una prohibición constitucional, y además no quería que el candidato de su partido, Jacinto Peynado, ganara las elecciones porque se exponía a perder de este el liderazgo en el mismo; pero tampoco quería que triunfaran el Dr. Peña Gómez y el PRD, sus principales rivales, e hizo lo que correspondía a esa circunstancia: trabajar para que sus seguidores votaran al PLD y así forzar una segunda vuelta electoral en las que este se enfrentara con el PRD.

De poco más de 395 mil votos obtenidos en 1994, el PLD subió en dos años a un millón 130 mil 525. El PRD mantuvo su fortaleza anterior, ascendiendo al millón 333 mil 925 votos, mientras el PRSC descendía de manera brusca a poco más de 435 mil. El voto balaguerista se movió a la candidatura del Dr. Leonel Fernández.

Esa muda se confirmó más en la segunda vuelta, con la firma del Frente Patriótico entre el Dr.Balaguer y el PRSC de una parte, y el profesor Bosch y el PLD de la otra, con el Dr. Fernández como candidato; y con excepción del año 2000, en que este último no fue candidato, el voto balaguerista ha seguido en lo fundamental ayudándole en sus triunfos electorales.

Además de que una porción importante de los votantes se mueve en cada elección, el padrón crece en masa. Entre el año 2000 y el 2004, se agregaron 717 mil 045 nuevos votantes; entre el 2004 y el 2008, el registro aumentó en 400 mil 801, y entre este año y el 2010, se agregaron casi 750 mil.

Si se considera la desafección respecto de las opciones tradicionales, este aumento considerable en el padrón electoral, unido al hecho de que cada vez crecería también el número de personas con mejor nivel académico y por tanto en unas mejores condiciones para discernir entre las ofertas de cada momento, entonces aumentan las posibilidades electorales de los partidos o movimientos de desarrollo medio.

En un sistema de “doble vuelta”, estas realidades agregan una singular importancia a la organización política y el trabajo electoral de estos últimos, porque abre la posibilidad de acuerdos en torno a programas de gobierno y de gobierno mismo.

Que se pacten o no, en función de realidades determinadas, en el caso de movimientos o partidos con un claro perfil progresista y de izquierda, esas concertaciones siempre deberían propender a considerar como centrales los derechos y demandas de los trabajadores y el pueblo en general; así como a mejorar sus posibilidades de avanzar a la conquista del poder central, que es la cuestión principal en la política; distinto a la religión, donde lo esencial es mantenerse libre de pecados para ganar la gloria.

Un partido con una estructura de desarrollo medio, con militancia en unas condiciones materiales más o menos estables, con formación política e intelectual; que disponga de una política que corresponda a las necesidades del país, nación y pueblo; que tenga capacidad de orquestar campañas masivas de comunicación y propaganda impactantes, aprovechando el papel de los medios de comunicación instalados, y de crear otras formas y plataformas novedosas; que haya logrado entrar a la imaginación de poder del pueblo y afirmar una personalidad que lo distinga en el conjunto; que sepa acumular éxitos, grandes o pequeños; con capacidad de interpretar las coyunturas y actuar con flexibilidad y audacia en las mismas, solo tiene que estar atento a que llegue la circunstancia para dar el salto.

Si hemos de participar en las elecciones con vocación de ganar posiciones de poder, que en algún momento nos sirvan de plataforma para dar un salto a la conquista del poder total, entonces tenemos que conocer cómo es que en nuestro país se han constituido mayorías políticas para propósitos políticos de niveles diferentes de trascendencia.

Nuestro país y pueblo tienen una historia en este sentido que no debe ser despreciada.
El principal recurso para conquistar un posicionamiento político importante tiene que ser la organización y la lucha política de masas, teniendo la conquista del poder en la mirilla.

Pero la política aconseja definir lo que se quiere, se o busca, partiendo de la realidad.

Qué queremos, cuánto podemos, y cómo lo conseguimos. Son tres cuestiones que los políticos fundamentados en causas y razones deben formularse.

Con la mente pensando en conquistar el cielo, pero con los pies sobre la tierra.

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