Por Robert Cabral
El presidente dominicano Luis Abinader se reunió ayer en el Despacho Oval de la Casa Blanca con el Presidente de los Estados Unidos Joseph Biden.
Siempre es valioso e importante una reunión, del tipo y la naturaleza que sea, con un presidente de los Estados Unidos. Existen demasiado razones y motivos para ello, no solo de carácter geopolítico, sino también comercial, migratorio, de seguridad regional y nacional y hasta cultural.
Para nada es exagerado que Bill Clinton en conversación con García Márquez en casa de Carlos Fuentes, le decía que “un presidente de Estados Unidos, casi lo puede todo”. No en vano es el mayor imperio mundial.
En este caso, esta reunión se hizo en el marco de la llamada “Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas” una especie de ámbito de cooperación regional para fomentar la competitividad, la resiliencia, la prosperidad compartida, la inversión inclusiva y sostenible, entre Estados Unidos con países socios como Barbados, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, México, Panamá, Perú y Uruguay, y donde obviamente los Estados Unidos lleva el liderazgo principal, la “voz cantante” del coro.
El año pasado Estados Unidos anunció este ámbito en la Cumbre de las Américas que se llevó a cabo en California, y donde participo Republica Dominicana. Este año 2023 el Secretario de Estado y el Representante de Comercio de EE.UU copatrocinaron un evento de nivel ministerial para promover la Asociación de las Américas con representantes de los países del Hemisferio Occidental que se unirán a ellos para respaldar los principios y objetivos de la iniciativa.
La agenda básica de este fórum está claramente orientada por los Estados Unidos. El presidente Biden definió desde junio del año pasado 2022, la ruta de este encuentro, planteando entonces que “los efectos del Covid como la guerra de Ucrania” estaban impactando las economías de la región hispanoamericana, y planteo una “profundización de la cooperación económica, reforzando las cadenas de suministro”.
Claramente Estados Unidos se está posicionando ante la ofensiva China en la región (la Ruta de la Seda) donde incluso la General Lauren Richardson del estratégico Comando Sur, de manera atípica, alertó reciente sobre los “medios de comunicación y la propaganda rusa, china y musulmana en la región”, y su “presencia cultural” en el hemisferio. “América para los americanos” habrá querido enfatizar la simpática General.
El interés de Estados Unidos además tiene que ver con su agenda del “cambio climático”, dinamizar la económica regional “fortaleciendo las instituciones financieras”, actualizar las negociaciones regionales a partir de continuar con la lucha contra la corrupción, y apoyar inversiones en “migración, educación, salud, cuidado infantil” y otros renglones. Estratégicamente a Estados Unidos les interesa mantener “flujos comerciales regionales seguros”.
En la reunión con Biden, un entusiasta Abinader proclamo que “El pueblo dominicano es amigo suyo. El pueblo dominicano es su aliado. El pueblo dominicano es su socio”, insistió. Y de manera muy cortes Biden le respondió “que la amistad entre Estados Unidos y la República Dominicana “es profunda” y se extiende a lo largo de generaciones, al mismo tiempo que reafirmó que la relación “es más fuerte que nunca».
Todo un derroche, como diría Walter Mercado “amor, amor, y más amor”, “amor del negrito”, a la caribeña, con invitación a playa, y “con todo incluido”.
En verdad, nuestras relaciones RD-USA, como dicen los diplomáticos “son sólidas, pero complejas”. Historia aparte, con capítulos y eventos memorables y traumáticos, no cabe duda de que se trata de unas relaciones profundas, y con fuertes vínculos culturales, poblacionales y políticos.
RD es centro caribe, una ubicación geoestratégica especial, la economía más importante de las Antillas, y el segundo territorio más grande del Caribe. La relación comercial está fundada en el DR-CAFTA. Estados Unidos es aun el principal socio comercial de RD, seguido muy de cerca por las importaciones de China.
Las exportaciones a la República Dominicana incluyen petróleo, productos agrícolas, maquinarias, vehículos, algodón, hilos, y telas. Las importaciones hacia los Estados Unidos desde la República Dominicana incluyen equipos médicos y equipos ópticos, prendas y oro, productos agrícolas, maquinarias, tabaco y prendas de vestir, desde el régimen especial de zonas francas.
En las últimas décadas, los Estados Unidos ha estado muy interesado en los haitianos en el país, enfatizando en una política basada en “minoría étnica” a estilo americano, desconociendo la realidad histórica de las relaciones dominico-haitianas, y su naturaleza la cual no está basada en diferencias étnicas, ni raciales, sino de Estados, naciones, y cultura, con diferencias claramente definidas, en un territorio compartido y delimitado jurídica y políticamente, donde nuestro pais recibe una fuerte presión de la extrema miseria y pobreza poblacional de los haitianos, cuyo Estado esta quebrado, y un país que prácticamente subsiste gracias a más de 11 mil ongs extranjeras.
Aunque Biden “agradeció a RD su liderazgo ante la crisis de Haití”, y por “trabajar juntos en la crisis humanitaria”, los haitianos mantienen una política de clara y creciente agresiva hostilidad hacia los dominicanos, mientras el Gobierno y el Estado dominicano mantiene una amplia política de solidaridad y cooperación con los haitianos a costa del presupuesto, los recursos, y los servicios públicos nacionales, que sin dudas ya se está empezando a reflejar negativamente en perjuicio de las condiciones de vida de los dominicanos más pobres y de menor ingreso. Política está, que no tiene reciprocidad de parte de los haitianos.
Estados Unidos mantiene y defiende la política de que “RD tiene que cargar más con Haiti”, y eso se verifica en todas sus agendas, reuniones y propuestas de políticas gubernamentales con nuestro país. Una política tan errática como contraria a los intereses dominicanos, y a propio derecho internacional y americano, que incluso pude desestabilizar la convivencia pacífica y social del pueblo dominicanos, generando una situación volcánica en toda la Isla.
Durante varios años la Legación diplomática americana en nuestro país ha estado sin embajador de Estados Unidos, y a pesar de las explicaciones en el sentido de las cuestiones burocráticas y las diferencias bipartidistas internas en el Congreso norteamericano, no es motivo para esta ausencia que revela desde una falta de interés y prioridad hasta una manifiesta contradicción con la buena voluntad que predican.
¿Que se pretende con mantener la ausencia de un Embajador en el país? Ejercer presiones sobre las relaciones dominicanas con Haiti, disminuir la importancia de nuestras relaciones, o poner a Haiti en el centro de interés de la política americana en la Isla?
En cualquier caso, lo primero que tendría que velar los Estados Unidos es, por evitar a toda costa, que sus ciudadanos y personal diplomática, sean secuestrados, o asesinados en Haiti. De alguna manera Estados Unidos, Canada, Francia e Inglaterra son los países con mayor responsabilidad en la histórica y actual crisis haitiana.
Los dominicanos no podemos dejar nuestra seguridad nacional a expensas de la USAID, ni de las agencias de inteligencia y de seguridad americanas, aunque sea la poderosa NSA.
Si desde 1844 logramos quitarnos de encima el yugo racista, supremacista, y atávico de Haiti, para superar nuestras miserias y debilidades, para erigirnos en la nación con mayor avance en el Caribe, no podemos volver de nuevo a caer bajo la férula del atraso primitivo de la Tierra Arrasada.
Es Estados Unidos que tiene que definir sus roles, y como preservar unas relaciones más justas y sostenibles con RD, siempre en atención al derecho internacional, y demostrarnos asi su verdadero cariño, sea como socios, amigos, o aliados.