Juan Manuel García
Las salas de cine en Estados Unidos, se desbordaron al ritmo de las billeteras conteniendo dólares.
El dólar, el motor que dinamiza lo absurdo y disloca los gustos y preferencias. Sea válida la comparación: en el cine, las películas Barbie y Oppenheimer están barriendo con el gusto de los cinéfilos. En la República Dominicana, quién lo hubiera dicho, algunos años atrás, el gusto por la reelección presidencial está sentando precedentes.
La gente de preferencia fácil en Estados Unidos se apretuja en las salas de cine para ver en imágenes la biografía del físico Robert Oppenheimer, inventor de la bomba atómica, hecho por el que vivió arrepentido y pidiendo que la gente se aleje de las guerras.
Pero los norteamericanos empujándose unos a los otros quisieron entrar todos juntos para ver otra película para adultos con una muñeca de plástico creada para niñas como protagonista: “Barbie”.
Ahí, está el fenómeno taquillero llamado ya “Barbenheimer”, combinación de Barbie y Oppenheimer.
Para mayor extravagancia, este fenómeno taquillero se produce cuando el conglomerado de genios creativos humanos de Hollywood lucha en una huelga decisiva, para que la oligarquía empresarial cinematográfica les conceda un hálito de vida: mejores pagas a construir con migajas de sus ganancias, seguro de salud y de vida, mejoría en sus pensiones, todo en previsión ante el ímpetu que impulsa la tecnología de la inteligencia artificial para reemplazar a la inteligencia humana.
¿Y qué tiene que ver todo esto con el empuje hacia la reelección del presidente Luis Abinader?
La respuesta no tan absurda se encuentra en los recorridos de fin de semana y de cada día, de Abinader, durante tres años. Con puñados de obras pequeñas, medianas y grandes, acompañadas de grandes anuncios para desparramarlas en otros cuatro años. Abinader no ha dicho nada definitivo. Pero las encuestas sí que lo están definiendo todo por adelantado.
Barbi, Oppenheimer, Barbenheimer, o como sea, decisión-bomba que la pone el dólar en las taquillas. Abinader, absurdo que sin decir nada, las encuestas lo exploten y suban. ¡Abin4más!