Por: Algenis Chavez Reyes
Jurista y cooperativista
Gerente General de la Cooperativa COOPNASALUD
El cooperativismo en la República Dominicana no es solo una estructura asociativa con enfoque económico, sino que es la verdadera expresión de solidaridad, bienestar colectivo y de desarrollo comunitario.
Desde sus primeras manifestaciones organizadas en la década de 1940, el sistema cooperativo nacional ha demostrado ser un modelo capaz de combinar eficiencia económica con justicia social, contribuyendo en gran medida al progreso del país de una forma que trasciende los indicadores financieros.
Una de las mayores fortalezas del cooperativismo dominicano, lo constituye su capacidad de generar participación en sectores históricamente excluidos del sistema financiero tradicional.
En un país donde el acceso equitativo a los recursos aún representa un desafío, las cooperativas han sido verdaderas aliadas de la inclusión, a través estas entidades de economía solidarias miles de familias han tenido acceso a créditos, educación financiera, servicios, bienes y productos que les han permitido impulsar pequeños negocios, mejorar sus viviendas, garantizar la educación de sus hijos y con ello, tener mejor calidad de vida.
Ciertamente, el movimiento cooperativo nacional ha demostrado resiliencia, durante las crisis económicas que ha enfrentado el país en toda su historia contemporánea, incluso en uno de los momentos más críticos para la nación y el mundo durante la pandemia del COVID-19 las cooperativas se constituyeron en un refugio para sus socios.
A diferencia de otros actores financieros, las cooperativas no persiguen exclusivamente la rentabilidad, sino el equilibrio entre sostenibilidad y beneficio social, lo que refuerza la confianza de sus miembros, por ello más de 2 millones de dominicanos forman parte de las cooperativas.
En cuanto al impacto económico, el sector cooperativo aporta de manera significativa al Producto Interno Bruto (PIB), representando entre un 7 a 10%, lo cual equivale a unos RD$650 mil millones, equivalentes a unos US$10,100 millones de dólares.
Pero estos recursos económicos, son propiedad colectiva, si lo dividimos entre los dos millones de asociados, el aporte de cada es de unos RD$325,000.00 pesos.
En cuanto a los activos propios del sector cooperativo, sobre pasan 387 millones de pesos.
El cooperativismo dominicano genera más de 150 mil empleos directos y sobrepasan los 500 mil empleos indirectos, constituyéndose un aporte significativo a la estabilidad laboral en todo el país, pero a su vez representa más del 41% de la población económicamente activa.
Una de las principales características del movimiento cooperativo nacional lo representa el impulso y desarrollo que aporta a las comunidades rurales y urbanas, donde funcionan como catalizadores de proyectos productivos. Promueven el ahorro responsable y fortalecen la cohesión social.
Las cooperativas; LA ALTAGRACIA, VEGA REAL, COOPMANOGUAYABO, COOPCENTRAL, COOPMAIMON, EL PROGRESO; constituyen un ejemplo fehaciente de cooperativas abiertas con presencia nacional que han sido un motor financiero de las provincias y regiones en las que tienen incidencia, apoyando a comerciantes, emprendedores, mujeres, jóvenes, agricultores y la clase trabajadora, manteniendo un enfoque en sostenibilidad y promoviendo la educación entre sus asociados, sin dejar de lado el desarrollo local y coadyuvando inclusive en la creación otras cooperativas en su localidad y zonas aledañas.
Como referentes de cooperativas cerradas podemos mencionar a COOPNAMA, MEDICOOP, COOEPROUASD y ADIACOOP, entidades de economía solidarias que ha impactado la vida de miles de profesionales y técnicos de distintas áreas, así como a sus familiares, a través de servicios y productos crediticios de gran alcance social, bajo principios solidarios, aportando no solo a su bienestar financiero sino también al crecimiento colectivo.
Como pionera en el ámbito de los seguros solidarios en el país, se puede resaltar a COOPSEGUROS la cual ha permitido que miles de familias tengan acceso a cobertura accesible y confiable, a través de las cooperativas socias.
En este ecosistema, el rol del Instituto de Desarrollo y Crédito Cooperativo (IDECOOP) es esencial, como órgano regulador, tiene la responsabilidad de supervisar, normar y acompañar el desarrollo del sector cooperativo en el país; más allá de la vigilancia la entidad estatal debe desarrollar e implementar, promoción de buenas prácticas, de gobernanza, debe velar por la capacitación de directivos y garantizar que las cooperativas operen con transparencia y eficiencia en beneficio de sus asociados. Por lo que el fortalecimiento de este órgano gubernamental es una condición clave para seguir consolidando el cooperativismo como uno de los pilares de la economía dominicana.
Si bien es reprochable y afecta a todo el sector, que una cooperativa, tenga que cerrar sus puertas, cabe decir que en los últimos 20 años el porcentaje de cooperativas que han tenido que ser liquidadas es ínfimo si se compara con la realidad de las entidades bancarias, de las cuales 23 han sido liquidadas en el periodo de tiempo mencionado. El agujero causado por la quiebra de los bancos, en los tiempos actuales todos los ciudadanos seguimos cubriendo el hoyo y la crisis dejadas por estas empresas de propiedad de pequeños grupos particulares, lo que no ocurre cuando una cooperativa sucumbe.
Es necesario tener claridad que entre tantas cooperativas e inclusive que con la participación de actores económicos que simulan ser entidades de economía solidaria se pueda producir eventos desafortunados, que atenten contra el buen nombre que mucho esfuerzo, esmero y dedicación los cooperativistas de la República Dominicana se han sabido ganar. Todo esto, sin grandes campañas publicitarias, sin grandilocuentes estrategias de mercadeo y sin el control de medios, solo contando con servicios oportunos y cercanos a la gente.
El cooperativismo, además, tiene un profundo valor cultural. Es un espacio donde se cultivan principios de democracia, participación, equidad e igualdad, principios esenciales para fortalecer la ciudadanía y la vida democrática del país. En las cooperativas, cada socio tiene voz y voto, independientemente de su nivel económico, lo cual representa un ejemplo vivo de inclusión y democracia participativa.
Hoy, cuando el país enfrenta retos como la desigualdad social, el desempleo y la necesidad de diversificar su economía, el cooperativismo se posiciona como un modelo vigente y necesario, no solo porque genera bienestar económico, sino porque promueve valores humanos que, en muchas ocasiones, parecen diluirse en la lógica del mercado.
En conclusión, el cooperativismo dominicano ha sido, y sigue siendo, un pilar fundamental para el desarrollo del país. Su historia de compromiso, su impacto económico y su fuerza social lo convierten en una de las expresiones más auténticas de organización popular que procura el bienestar colectivo.
Defender y fortalecer este modelo no es solo una opción económica, sino una decisión estratégica para construir una República Dominicana más justa, más solidaria y más sostenible.
