noviembre 21, 2024

POR RAFAEL SANTOS

Dedicado a Carlos Henríquez

“El Político”, es un texto que desde la oración inicial hasta el punto final no cesa de dar certeras recomendaciones a quienes de una manera o de otra se dedican a la política.

En cada uno de sus breves capítulos, el madrileño José Martínez Ruiz, mejor conocido como “Azorín”, es reiterativo en sus exposiciones, las cuales más que todo son recomendaciones cargadas de sapiencia.

Dentro del presente libro «el lector encontrará un conglomerado de consejos, insinuaciones, y recomendaciones que Azorín da a los políticos, a fin de que se puedan convertir en lo que para él debería ser el político ideal» página 6.

Y ahí mismo, de entrada, nos encontramos con la primera, y es la relativa al celo por la salud, en donde este nos indica que «La primera condición de un hombre de Estado es la fortaleza» aduciendo que «Su cuerpo ha de ser sano y fuerte» página 7.

Ahora bien, para lograr esto, según lo establecido por Azorín, «el político tiene que ser mañanero» que «acuestes temprano. Ha de comer poco también; sea frugal; tenga presente que no es el mucho comer lo que aprovecha, sino el bien digerir. En sus comidas tome despacio y con sosiego; coma lentamente, como si no estuviera prisa por nada» página 7.

Dentro del mismo nos encontramos con que quienes se dedican a la política tienen que amar la naturaleza y para esto el autor nos refiere lo siguiente «Ame las montañas; suba a ellas; contemple desde arriba los vastos panoramas del campo. Mézclate en la vida menuda de los labriegos y aprenda en ella las necesidades, dolores y ansias de la nación toda» página 7.

Cuando se refiere a la vestimenta, este argumenta, que » La primera regla, sin embargo, es la simplicidad. No use ni paños ni lienzos llamativos por los colores o por sus dibujos: prefiera los colores opacos, mate» página 8.

Ahora bien; a pesar de que ahí mismo recomienda el escritor vestir con sencillez, sin embargo, este subraya que el político en su vestimenta debe tener «un sello especial » y además establece, que «Joyas no debe usar ninguna, ni alfiler de corbata, ni menos sortijas».

Continuando con su vestimenta, señala, que » El calzado merece mención especial; por él se conocen los hábitos de la persona; un excelente y elegante calzado realza toda la indumentaria» página 9.

Una cosa muy importante señalada ahí mismo en la página 9, es cuando llama al político a ser «inflexible en la limpieza de su camisa. Llévela siempre en todo momento nítida, inmaculada. La nitidez identificable de la camisa resaltará y pondrá una nota de delicadeza de buen gusto y de autocratismo».

También refiere el connotado autor en la misma página 9, los temas de los cosméticos, olores, así como la simplicidad y la naturalidad, pues “Cosméticos y olores deben estarle prohibidos en absoluto. Ponga especial cuidado en ir siempre rasurado perfectamente: que no hay nada más despreciable que ver una barba sin afeitar, aunque sea de poco tiempo”.

“Sencillez y naturalidad: esta es la síntesis de la elegancia. No dé a entender, ni por el aire de su persona, ni por su gesto ni por su actitud, ni por sus maneras, que se sabe que va bien vestido y es elegante”, página 10.

En cuanto a las muchas conversaciones y dejarse ver mucho, este señala, que “lo que mucho se ve se estima poco “. Sea difícil el político para las visitas; no reciba a todos sino a contadas personas. No otorgue a todos su afabilidad y su cortesía”, página 10.

En cuanto a la Eubolia reseña, la cual y de acuerdo al diccionario significa: “Virtud que ayuda a hablar convenientemente, y es una de las que pertenecen a la prudencia”, este manifiesta, que esta virtud consiste “en ser cauto, reservado, en no decir sino solo lo que conviene decir”, página 11.

Argumentando más adelante que “si se le instaren informadores o periodistas, no tenga nunca una negativa hosca o simplemente fría, correcta; sepa disimular y endulzar la negativa con una efusión, un gesto de bondad y cariño, una amable chanza”, página 11

Y ahí mismo, en el siguiente párrafo Azorín recomienda, que “Otra cosa hay que es necesario también para tener en cuenta: y es que el hombre reservado es mirado siempre con cierta consideración, con cierto interés”.

En cuanto a los aduladores, asesores, seguidores y demás que rodean al líder, el autor nos exhorta, que de vez en cuando, el político para “tales circunstancias debe desentenderse en algún momento de esta corte de admiradores y amigos que le rodean; a su alrededor ellos han formado una atmósfera, una muralla que le impide ver en su normalidad, en su verdad, el pueblo o el país que visita”, página 12.

En todo escenario o persona, mayormente en los políticos no puede faltar el ingrediente de la ira, en donde el destacado intelectual expresa que “La pasión, la ira, el despecho, puede llevarnos a extremo que no estén de acuerdo con nuestra ecuanimidad; sepamos encontrarle un pretexto, una justificación, una lógica, y esforcémonos en seguida con actos justos, sosegados, dignos en borrar del ánimo de las gentes el mal efecto producido”, página 14.

Pues “Si queremos vivir bien y ahorrarnos disgustos, achaques y aun enfermedades, debemos tomar con flema y sosiego nuestra cosa, debemos comer, vestir, ir de una parte a otra despacio”, página 14.

Ante lo descrito y de acuerdo al libro en la página 15, “El político no debe en estos instantes dejarse arrastrar por el impulso general; si es preciso, tenga el valor de arrostrar la impopularidad; la efervescencia, la pasión pasará, y entonces todos reconocerán que él tuvo razón, y la impopularidad de un momento se trastocará en cimiento de su hombría y de su sinceridad”, página 15.

En cuanto a la fidelidad, Azorín argumenta, que “Sepa conservarse el político en el fiel de la balanza. No pierda nunca el sentido del equilibrio. En el arte del gobierno, el equilibrio consiste en ser entero o condescendiente, según los casos”, página 16.

Pero a la vez, también nos dice que “Téngase en cuenta que entereza en todas las ocasiones no puede ser, y que tampoco puede ser condescendiente en todos los momentos. La excesiva pasividad y la confusión en el país; el excesivo rigor, en cambio, podría acarrear perturbaciones funestas para los gobernantes” página 16. ¡Genial!

En el mundo del político uno de los elementos que cabe resaltar y que nunca falta, es el o los elogios, y en cuanto a este tenor se aconseja que “En estos tiempos modernos en que los juicios se formulan rápidamente y en que todo el mundo escribe, debemos considerar que existen muchas reputaciones gloriosas que no tienen fundamento ninguno y muchos desprestigios que no se deben considerar como tales”, página 17.

Pues, “El político debe meditar en el valor de las censuras y de las alabanzas. No conceda a la censura y a la alabanza más valor del que tienen”, página 17.

Ante esto, Azorín nos dice que “No estime el político un elogio en más de lo que realmente vale. Agradezca la buena voluntad de los que elogiaren; pero por encima de los ditirambos, de las hipérboles y de los entusiasmos de sus admiradores, él sepa poner un ligero y amable desdén” página 18.

Finalmente, el texto contiene además, temas tales como el de la sencillez y las distinciones, el manejo de las contradicciones, el exhibicionismo, los ataques de fuerzas contrarias y sus diversos manejos, así como otros interesantes contenidos que el político que se de verdad desea salir triunfante en cuanto a las técnicas y habilidad se refiere debe de tomar en cuenta, claro, todos estos elementos solo serán posible, si el mismo (político), cuenta con una muy buena asesoría y aunque sea una mediana dosis de inteligencia emocional.

Pie de fotos

1.- QWE1000.- Periodista y Politólogo Rafael Santos

2.- QWE10001.- José Martínez Ruiz, mejor conocido como Azorín, y cuya foto data de 1914.

QWE1002.- Portada del libro “El Político”

About Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *