La evolución de la sociedad de cada país, de cada región del mundo, de cada continente ha provocado de manera constante transformaciones en el comportamiento humano.
Como es comprensible, la Generación Dual de casi todos los siglos que concluyen y el que inicia, no se han reconocido asimismo, pues las plataformas tecnológicas que lo permitirían aparecen casi al final del siglo XX.
Entre uno y otro habitante de la tierra las inquietudes surgen sobre quiénes y cómo fue el pasado, el antecedente que da paso o pie al siglo siguiente, pero no han reparado en la necesidad de encontrar explicaciones de manera razonables, dialógicas a temas fundamentales de la existencia humana. Uno y otro contexto humano ha asumido como algo natural, sin necesidad de entenderse o entenderlo, las experiencias vividas a uno y otro lado de los siglos tomando en consideración su conjunción cultural, social, económica y política.
Considero que hasta la presente fusión del siglo XX con el siglo XXI, esa visión crítica, evaluativa de nuestros estadios de vida, no había podido darse a escala planetaria como si parece manifestarse en estos dos ambientes humanos del momento. Ese punto de vista está dado por las diferencias viscerales que se advierten entre ciertos comportamientos humanos ante sus necesidades de vida, sobre todo de carácter económicas, políticas, culturales, geográficas y sociales. Pero a ese punto de vista se agrega de manera exponencial, la presencia avasallante de las nuevas tecnologías de información y comunicación.
La evolución de la sociedad de cada país, de cada región del mundo, de cada continente ha provocado de manera constante transformaciones en el comportamiento humano. Esas transformaciones pueden llegar a ser sólo locales y regionales. Pero otras veces concitan tanto el interés del hombre por sus características, que llegan a convertirse en ideas y conceptos de interés global. Para que esos criterios se generalicen a tan amplios contornos terrenales tienen que transcurrir años de existencia, en este caso han transcurrido siglos. En consecuencia, hasta llegado el siglo XX y la irrupción de los medios de comunicación, una parte del mundo no se enteraba ni asumía ciertos procesos evolutivos que en otros espacios ya eran de uso cotidiano. La traslación física de sujetos y objetos de un lugar a otro, era la metodología utilizada para implementar ese acercamiento tan vital entre seres humanos de cualquier lugar del mundo.
Los países con mayor conocimiento científico, tecnológico y con grandes condiciones económicas, iban dando a conocer sus inventos y sus comportamientos humanos, así como sus procesos a la parte del mundo que los desconocía. Una realidad habitual entre Estados con diferencias de desarrollo.
También se presentaba la oportunidad para intercambiar inquietudes científicas, culturales y económicas, propiciando ampliamente la importancia del choque de las culturas, porque las ideas traídas, modernas, novedosas e importantes recibían altos niveles de funcionalidad en el lugar de acogida, redefiniendo y dimensionando su utilidad a ambos lados del espectro geográfico mundial o regional del hombre.
Ese proceso lento, muchas veces tortuoso de los habitantes de un siglo a otro antes del advenimiento del siglo XX, se daba y tenía que darse a partir de la presencialidad de los hechos y los personajes que los hacían posible. Ese punto de vista fue cambiando en la primera mitad del siglo XX y cambió de manera radical y total durante la segunda mitad de ese siglo, producto de la presencia constante de las nuevas tecnologías de información y comunicación.
Por eso, las dos generaciones que se cruzan al final del siglo XX, o sea, la segunda de ese siglo y la primera que conforma el siglo XXI, pueden y tienen el deber y la enorme posibilidad de sentarse a hablar, analizar y planificar lo que puede ser posible en el mundo, en un continente y en cada país de cara al futuro. Ese contacto diario, instantáneo y en cualquier idioma, facilita ese acercamiento generacional.
Es necesario y posible, porque son los dos grupos humanos que mayor cantidad de información han manejado de manera consciente. Han recibido, producto de las nuevas tecnologías de información y comunicación el más alto volumen de datos sobre uno y otro espacio en todo el mundo, y perfectamente comprobable. Ningún otro final y principio de siglo ha tenido la oportunidad que se le ha presentado a la actual Generación Dual, compuesta por los últimos habitantes del siglo XX y los primeros del siglo XXI, de reconocerse a sí mismos, analizar sus problemas, discutir soluciones, y poner en práctica un plan de lucha a escala planetaria, con una mínima, pero no menos importante, inversión de su intelecto.
- De ese fabuloso banco de información al alcance de ambos grupos, depende en gran medida el rediseño que sobre la vida humana deberán realizar para la primera y segunda mitad del siglo XXI.
Los criterios para diseñar el presente siglo, provendrán en gran medida de las experiencias levantadas por el mayor y mejor número de seres humanos del siglo XX. Sus ideas y criterios sobre la vida y sus consecuencias políticas, económicas y sociales, deberán estar presentes en un valioso grueso de habitantes nacidos al calor del siglo XXI.
Ese choque de inquietudes de los primeros treinta años entre los integrantes de la Generación Dual, serán claves para aquellos habitantes que adquieran la mayoría de edad racional llegados a la primera mitad del siglo XXI. Estos últimos, más que ninguno de sus congéneres, tendrán la enorme responsabilidad de pelear su espacio de vida y su mundo. Llegada su adultez, muy pocos, posiblemente toda la generación del siglo XX, esté fuera del sistema activo de decisiones. Mucho más aún, fuera de toda toma de decisión, y de la vida misma. En consecuencia, serán las mujeres y hombres de la Generación Dual del siglo XXI, el grupo humano responsable de guiar la barca a puerto seguro.