Manuel Díaz Aponte
Como primer intento de búsqueda de paz en el conflicto protagonizado por Rusia-Ucrania ha sido un esfuerzo loable, que la comunidad internacional debe aplaudir y, sobre todo, profundizar para dar seguimiento en el tiempo.
Este evento no puede ser catalogado de “fracaso” porque la intención sobrepasa los alcances del protocolo rubricado, aunque deja una lección clara y es que deben incluirse todos los actores en una venidera cita, incluyendo a China y Rusia.
La confrontación ha estremecido de una forma u otra al mundo porque se trata de dos países con incidencia en lo económico, político, geográfico y estratégico.
Nadie puede ignorar y hasta subestimar los alcances de la escalada guerrerista que ha arrastrado a las principales potencias occidentales, a la cabeza de Estados Unidos, que siguen destinando miles de millones de dólares y armas a Ucrania para que se defienda de la temible y poderosa estructura militar rusa.
En la guerra Rusia-Ucrania queda reafirmado el predominio de las grandes potencias en el control hegemónico mundial, y la urgencia de sustituir la fuerza armamentista por el lenguaje diplomático para así fijar un acuerdo de paz que perdure en el tiempo, como lo pretendió la reciente cumbre de Suiza.
Desde esa perspectiva, la ausencia de Rusia fue un error político-táctico de los organizadores del evento, que contribuyó a imposibilitar una salida a corto plazo.
No es posible pretender alcanzar el cese a la confrontación dejando a un lado a su principal protagonista, particularmente después que el propio presidente y líder de Rusia, Vladimir Putin, expresara disposición al diálogo.
El punto central donde gira la postura rusa es que Ucrania deje de pretender buscar un asiento en la OTAN, escudo armado de occidente a partir de la segunda guerra mundial (1939-1945).
El texto rubricado incluye el cese de las hostilidades, el restablecimiento de la integridad territorial de Ucrania, la retirada de las tropas rusas de suelo ucraniano y la restauración de las fronteras de Ucrania con Rusia previas a la guerra.
No obstante, esa postura de seguro que será rechazada por el gobierno de Putin, quien acaba de suscribir varios acuerdos armamentistas con el líder de Corea del Norte, Kim Jon -un, durante una visita de Estado a Pyongyang, generando inquietud en Washington.
Aliados de Rusia
India, Arabia Saudita, Sudáfrica y Emiratos Árabes Unidos, todos ellos con importantes relaciones comerciales con Rusia como miembros del grupo económico BRICS, asistieron a la reunión del fin de semana, pero no aceptaron firmar la declaración conjunta.
Entre otros dignatarios de alto nivel estaban los dirigentes de Alemania, Argentina, Chile, República Dominicana, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Polonia, Reino Unido y Suecia.
También asistió la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, quien comunicó un nuevo paquete de ayuda de US$ 1.500 millones que se destinará a gastos humanitarios y a ayudar a Kiev a reconstruir sus infraestructuras golpeadas por la guerra.
Más de 100 países y organizaciones se reunieron en un resort a orillas de un lago cerca de Lucerna para recabar apoyos al plan de paz de 10 puntos que Zelensky presentó por primera vez a finales de 2022.
Javier Milei, presidente de Argentina, Gabriel Boric, presidente de Chile, Daniel Noboa, presidente de Ecuador y Luis Abinader, presidente de República Dominicana asistieron en representación de América Latina.
El encuentro fue más que nada un respaldo moral hacia Zelensky, pero en la práctica ello no generará una solución del conflicto iniciado el 24 de febrero de 2022, a menos que se deje de excluir a Rusia.
Asociación Estratégica
Putin ha seguido su acercamiento con China, Vietnam y Corea del Norte, con estos dos últimos países que visitó recientemente suscribió acuerdos para incrementar sus vínculos.
Vladimir Putin y Kim Jong Un rubricaron un acuerdo de asociación estratégica integral y de apoyo mutuo ante cualquier “agresión”.
Círculos políticos de Washington registran que hasta el momento el gobierno norcoreano ha suministrado a Moscú decenas de misiles balísticos y más de 11.000 contenedores de municiones destinados a la guerra en Ucrania.