Por: Walddy Lina Polanco
La salud mental en la República Dominicana se ha convertido en un tema de preocupación, especialmente entre los jóvenes, quienes enfrentan una realidad llena de desafíos económicos, sociales y emocionales. Según estudios, el país ocupa una de las posiciones más altas en la región en cuanto a trastornos mentales, una problemática que la pandemia de COVID-19 solo logró intensificar, dejando en evidencia las brechas existentes en la atención a este sector vulnerable de la población.
La pandemia como catalizador
El confinamiento, la incertidumbre y el estrés económico generado por la pandemia aumentaron la incidencia de problemas como la ansiedad, la depresión y otros trastornos. Sin embargo, más allá de este contexto global, la juventud dominicana ya vivía bajo una carga significativa de presión, derivada de factores estructurales que dificultan su bienestar emocional.
Factores que afectan la salud mental juvenil
La juventud en la República Dominicana enfrenta un panorama desalentador, en el que diversos factores contribuyen a agravar su salud mental:
1. Desigualdad económica y sueldos insuficientes: Los ingresos no están alineados con la inflación actual, lo que impide a los jóvenes alcanzar metas como adquirir una vivienda propia o disfrutar de un estilo de vida equilibrado. Las tasas de interés elevadas en el sistema financiero orillan a muchos a abandonar el sueño de la estabilidad económica.
2. Falta de acceso a servicios de salud mental: La mayoría de los seguros médicos en el país ofrecen una cobertura mínima o inexistente en el área de salud mental, limitando las posibilidades de tratamiento para quienes lo necesitan.
3. Presión social y expectativas inalcanzables: La cultura de éxito inmediato y el constante énfasis en alcanzar metas como tener un buen empleo o formar una familia generan un estrés significativo en los jóvenes, quienes sienten que el sistema no recompensa sus esfuerzos.
El precio del sacrificio
Muchos jóvenes dominicanos han invertido tiempo, dinero y esfuerzo en su preparación académica, solo para encontrar un mercado laboral que no les ofrece salarios competitivos ni estabilidad financiera. El periodista Walddy Lina Polanco describe esta realidad con crudeza: “Antes, tener un buen trabajo era suficiente para lograr un techo propio; ahora, las altas tasas y la inflación obligan a muchos a renunciar a ese sueño.”
Además, el ocio, necesario para el equilibrio mental, se ha convertido en un lujo. La presión constante por sobrevivir y alcanzar metas inalcanzables deja a los jóvenes en un estado de agotamiento emocional y físico.
Soluciones urgentes
Abordar esta crisis requiere un esfuerzo coordinado entre el gobierno, las instituciones de salud, el sector educativo y las empresas privadas. Algunas medidas urgentes incluyen:
• Ampliar la cobertura de salud mental en los seguros médicos, garantizando acceso a servicios terapéuticos para todos los ciudadanos.
• Incrementar los salarios mínimos y ajustar los costos de vida para que los jóvenes puedan aspirar a una vida digna.
• Promover programas de salud mental en escuelas y universidades, para que los jóvenes aprendan a gestionar el estrés y la ansiedad desde temprana edad.
• Ofrecer más oportunidades de empleo y emprendimiento, con incentivos para los sectores productivos que integren a los jóvenes.
Un llamado al cambio
La juventud dominicana representa el futuro del país, pero enfrenta un sistema que pone en riesgo no solo sus sueños, sino también su estabilidad emocional. Es momento de que como sociedad se prioricen las políticas y acciones que promuevan su bienestar, con el objetivo de construir una nación más equitativa, resiliente y comprometida con la salud mental de su población.