CDP

Por Néstor R Ramirez

En el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) se repite la tragedia de la Crónica de una muerte anunciada.

La derrota estaba escrita en la pared,con letras mayúsculas y neón, pero los protagonistas prefirieron hacerse los ciegos.

Como Santiago Nasar, caminaron directo al cadalso con traje de fiesta,convencido de que nada malo podía pasar.

La historia se sabía desde antes del 29 de agosto: la división sería el verdugo.

Sin embargo, Convergencia, Dos Generaciones y la fracción disidente del MMV se aferraron a la quimera de que podían vencer a un MMV  “minoritario”.

La euforia fue tan grande que confundieron espejismo con votos.

Y cloro,al final la realidad les pasó el machete por el cuello.

El sectarismo fue su cómplice, el exhibicionismo mediático su almohada, y la ceguera colectiva su mejor consejera.

Entre discursos inflados y selfies de campaña, repitieron la hazaña de tropezar con la misma piedra, solo que con más estilo  y con la derrota garantizada.

Convergencia, fiel a su nombre,en lugar de unir se especializo en divergir.

Abandonó el diálogo como quien abandona una fiesta aburrida, y corrió a levantar su plancha propia.

Cuando el Raphy Duran se retiró de las negociaciones, lo celebré como quien aplaude al único invitado sensato que decide irse antes de que sirvan la sopa fría.

Sugería yo la abstención, no por cobardía, sino como protesta ética ante la farsa. Pero claro, la vanidad es sorda.

La sustitución de Aurelio Henriquez por Beato fue apenas un cambio de sombrero en el mismo muñeco.

Los votos del MMV “mayoritario” no se movieron ni un centímetro.

El problema nunca fue el nombre en la boleta,sino la abstención ciega en no permitir otro rostro como candidato unitario.

Ahora,tras la paliza, algunos salen con alegatos frivolos, excusas de esquina y un humor negro que no les queda.

Como si la derrota fuera un malentendido del escrutinio y no el resultado lógico de su miopía.

El abstencionismo, fue alto,grito en silencio qué los candidatos no entusiasmaron ni a sus propios vecinos.

Al final, optaron por lo menos malo y coronaron a lo que tanto decían combatir.

Como dice la sabiduría pueblerina: ante la duda,la abstención es la salud. Y esa fue mi vacuna contra la derrota ajena.

Lo asumo: mi deber moral abstenerme.

El futuro del CDP  bueno o malo no me incluye  en la lista de culpables.

Esperar un desenlace distinto estando divididos fue un acto de fe ciega,casi religiosa, propia de quienes rezan con los ojos cerrados mientras le llevan la cartera.

La Crónica estaba escrita y se cumplió al pie de la letra.

A veces quiero creer que el gremio algún día cambiará; que pasará de ser un club de egos a una institución seria.

Pero luego los veo repetir la obra de Gracias Márquez, con los mismos actores y el mismo final.

Y me pregunto si no estaremos condenados a revivir eternamente la muerte anunciada del consenso.

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