Todo cuanto hemos advertido sobre este problema perpetuo qué nos abate, se ha estado cumpliendo y verificando.
Más allá de la presente crisis sobre las aguas del Rio Masacre, el problema nacional frente a Haití es mayor y superior, y se agravará con peores efectos para los dominicanos, como ya lo estamos padeciendo en nuestras calles, barrios, campos y ciudades.
Tenemos que lograr imponer desde el Estado una política integral y radical sobre Haiti, partiendo del principio de reciprocidad qué los haitianos no aplican con los dominicanos.
Si no logramos cambiar la actuar política con Haití, nuestro fracaso y derrumbe de la República como nos fue legada por los Trinitarios, solo será una cuestión de tiempo.
No tenemos opciones, o luchamos y defendemos nuestra patria, o sucumbiremos nueva vez en la historia, ante el avance indetenible de la orda primitiva e insaciable de campesinos y demagogos cuyo propósito final es convertir nuestro país, en lo mismo que ellos han hecho y hacen con su país, arrasarlo todo, destruirlo todo.