Santo Domingo, D.N.– El Comité Nacional de Lucha Contra el Cambio Climático, CNLCC, recomendó al Gobierno junto a los municipios, reubicar a la mayor brevedad posible los asentamientos del territorio nacional más expuestos al paso de los huracanes, con la finalidad de preservar vidas y bienes.
Manifestó que las poblaciones que están en niveles bajos al borde de la costa, especialmente en el Este y en la franja sur del país desde Higüey hasta Pedernales, las que están situadas junto o dentro de cauces de ríos, arroyos y cañadas, o en barrancos o zonas donde es frecuente el deslizamiento de tierra, deben ser trasladadas a lugares seguros.
La organización formuló la sugerencia en ocasión de que se inició este sábado 1ero de junio la temporada ciclónica que según los pronósticos de la Administración Oceánica y Atmosférica de los EUA, NOOA, será muy intensa con 17 y 25 tormentas, de éstas serán 13 huracanes, de los cuales 7 de categoría 3 o aún superiores, con vientos por encima de los 178 kilómetros por hora.
Opinó que la gravedad de la amenaza de esta temporada ciclónica es tan grande, que el presidente de la República, Luis Abinader, debe convocar un Consejo de Gobierno para disponer las medidas extraordinarias necesarias para enfrentarla de forma preventiva y permanente.
Consideró que el Gobierno debe declarar el estado de alerta nacional ante esta temporada ciclónica y concentrarse en disponer y aplicar medidas extraordinarias, en primer lugar para proteger a la población bajo mayor riesgo.
Recordó que entre octubre y diciembre de 2007, las tormentas Noel y Olga, cuyos vientos alcanzaron 64 kilómetros por hora, es decir no tenían la categoría de un huracán, produjeron un gran desastre en Santiago y en el sur del país. Noel causó 73 muertes, 43 personas resultaron desaparecidas, unas 64,096 personas fueron evacuadas y 1,526 fueron rescatadas.
“Por su parte, la tormenta Olga se cobró 14 vidas, afectó a 34,480 personas que resultaron damnificadas y 6,896 casas fueron dañadas. Entre las dos tormentas, se produjo una pérdida equivalente al 1.3% del PIB del año 2007”, informó.
“De estas dos tormentas se extraen dos lecciones. La primera lección es que a causa de nuestra vulnerabilidad un fenómeno climático aunque no sea un huracán nos inflige grandes estragos, por lo que un ciclón categoría 4 ó de categoría infierno produciría daños que serían incalculables, retrotrayendo al país cincuenta años”, observó.
Señaló que la segunda lección la dio la alcaldesa de ese entonces de San Juan de La Maguana, Hanoi Sánchez, que alertada de la amenaza de estas tormentas, movilizó horas antes de que éstas ocurrieran, a los residentes de la Mesopotamia, barrio en el medio del cauce del río San Juan, hacia lugares seguros, con lo que salvó la vida de esos habitantes con esta acción precautoria.
Expresó que la movilización de las comunidades más expuestas o más vulnerables debe hacerse con tiempo de antelación y dentro de una planificación que asegure refugio, agua, alimentos y medicinas para la población movilizada, y no esperar el último minuto o cuando ya estemos siendo afectados por el fenómeno climático.
“Es un esfuerzo ingente a niveles épicos trasladar y reubicar de forma permanente a miles de personas que viven en marginalidad, particularmente en las grandes ciudades como el Gran Santo Domingo y Santiago. El cambio climático ha convertido esa marginalidad en prácticamente en una sentencia de muerte para esas familias, especialmente para las mujeres y la infancia”, sentenció.
Reiteró la propuesta de que se constituya un fondo especializado de por lo menos 3% del PIB para prevenir y remediar los estragos de los fenómenos extremos del cambio climático.
También la creación o fortalecimiento de los comités de prevención y gestión de riesgos en los municipios para que ubiquen los asentamientos más expuestos, y ayuden a trasladarlos a lugares seguros, así como a educar a los habitantes de cómo comportarse frente a los fenómenos climáticos.
Recomendó que desde temprano se realicen ejercicios y simulacros conjuntos entre los ayuntamientos, los órganos de socorro, la Defensa Civil y la Oficina Nacional de Meteorología, ONAMET, que preparen a estas instituciones a movilizar y a asistir a la población ante la ocurrencia de huracanes.
Planteó que desde esta temporada ciclónica se deben propiciar políticas públicas que hagan el país más resiliente, como por ejemplo, acelerar la transición hacia energías renovables, realizar un real y efectivo ordenamiento territorial para reducir asentamientos humanos inadecuados, un plan de viviendas a nivel nacional focalizado en los grupos más vulnerables y la construcción de infraestructuras públicas con altos estándares de calidad que soporten las inclemencias del clima.
Igualmente, agregó, se deben trasladar fuera de nuestro territorio insular las enormes montañas de ceniza tóxicas de carbón de la termoeléctrica Punta Catalina, depositadas a menos de 1,500 metros de la costa, en el batey San José, distrito municipal de Catalina.
Una tormenta o un ciclón que pase o atraviese ese punto del país esparcirá estas cenizas a gran distancia contaminando terrenos agrícolas y afectando a la salud de numerosas comunidades de la provincia Peravia y de otras provincias vecinas, puntualizó.